Es tal vez una de las preguntas que más nos llama la atención
porque los seres humanos somos mamíferos al fin y al cavo. Cuando joven se decía
que muy probablemente los mamíferos descendían de tres ramas diferentes de
dinosaurios, una rama originaría a los monotrema, es decir los mamíferos que
ponen huevos como el ornitorrinco o el equidna, los marsupiales como el canguro
y el koala, y por fin los placentarios, los que se desarrollan completamente en
el vientre de la madre porque se unen a ellas por medio de una placenta.
Por
desgracia la idea al parecer era errónea. Se piensa que los monotremas originaron a
los marsupiales y los marsupiales a los placentarios, o los monotremas originan
en dos variaciones diferentes a los placentarios y los marsupiales. Las razones
para estas dudas se deben a que los registros fósiles que permiten establecer
las teorías de que estamos hablando datan de los períodos triásico y jurásico de
la era mesozoica. Claro que para los que no entienden de paleontología parece
que uno esta hablando algo parecido al mandarín, pero la era mesozoica fue la
era de los grandes reptiles, los dinosaurios, su período más antiguo es el
triásico y el más famoso es el jurásico, que marcó el esplendor de tales
animales, en números estamos hablando de hace unos 250 y unos 150 millones de
años.
Pues el registro fósil de los animales de la época consiste básicamente en
huesos convertidos en piedra y prácticamente es nulo el registro de órganos
blandos, así que características como el pelo, las glándulas mamarias y otros
órganos clásicos de los mamíferos no se saben cuando empezaron a formar pero
algo es seguro: al final de la era mesozoica, en el cretásico, ya debían existir
tales características pues los grandes reptiles se extinguen y surgen los
mamíferos, nace en esa época le era cuaternaria.
Hay una característica muy
propia de los mamíferos y que se puede seguir en el registro fósil, la mandíbula
inferior, en los mamíferos está compuesta por un solo hueso mientras que los
reptiles la tienen formada por cuatro, entonces ¿qué sucede evolutivamente con
los otros tres huesos? Pues forman el oído medio, una de las ventajas más
grandes que tenemos, podemos escuchas sonidos que los reptiles probablemente
nunca escucharon como el ultrasonido (en el caso de los murciélagos y los
perros) o las ondas subsónicas (como lo hacen los elefantes). Otra
característica que es muy fácil de seguir es el hueso frontal del cráneo, en la
mayoría de lo reptiles suelen ser dos, pero un grupo de ellos tenía solo uno
como los mamíferos. Otra característica muy propia es que detrás de los ojos en
los reptiles existen una serie huecos que en los mamíferos se reducen a dos, uno
detrás de cada ojo y que servirán para colocar los oídos, otra ventaja será la
de darle más espacio a los músculos de la mandíbula para permitir una mordida
más efectiva.
Al principio del triásico una rama de reptiles evoluciona de
manera diferente: su cráneo tiene solo dos agujeros detrás de los ojos, son los
sinápsidos, fueron muy comunes en ese período y alcanzan grandes tamaños, por
ejemplo en la boca llegan a separar por medio del paladar a las vías
respiratorias primarias lo que les permite comer y respirar al mismo tiempo, una
gran ventaja evolutiva porque el metabolismo no tiene que acomodarse al ritmo
respiratorio para ingerir alimentos. Los primeros sinapsidos parecían lagartos
pero en la medida que van alcanzado tamaños mayores (hasta unos seis metros de
altura) muchos nos recuerdan en su cabeza al rostro de un gato con la cara
alargada y con enormes incisivos (colmillos).
Hay que hacer notar que los más
importantes de ellos en el triásico son los pelicosauros que desarrollan un
órgano que parece una veleta en la espalda, lo que les permitía una de dos
cosas: La primera sería atrapar el calor del sol de la mañana, lo que les
permitiría entrar en actividad antes que otros dinosaurios y ya sabemos: al que
madruga, Dios le ayuda. La segunda es la posibilidad de disipar el calor con mayor facilidad, esto sería un signo muy
temprano de que tenían “sangre caliente”, que no necesitaban del calor del sol
para calentarse. También tenía casi el oído formado, tal como lo tienen los
mamíferos modernos, aunque no del todo, uno de los huesos todavía no se había
tomado la forma necesaria.
Los terapsidios son los siguientes en importancia y son estos
los que separan la cavidad nasal de la boca por medio del paladar, logran erguir
muy bien el cuerpo sobre el suelo, usando ciertas articulaciones en sus
extremidades que recuerdan mucho las que hoy día poseen los monotremas, la
mandíbula inferior casi tiene la forma a la actual. También tenían gran tamaño y
aunque no hay evidencia clara de ello, se especula que es ahora cuando se
desarrollan las primeras glándulas mamarias y se inicia la lactancia de las
crías. A todo esto se produce una gran extinción, de las mayores en registro fósil y
poco seguro saber lo que ocurrió, lo que sí se sabe es que dejan de animales de
gran tamaño y aparecen como animales minúsculos en comparación a sus ancestros,
no más grandes que un gato, pero con las características de un mamífero bien
definidas.
Otro detalle interesante es que aparecen reptiles con características
similares a los mamíferos pero que en definitiva no están emparentados con los
actuales, es decir no son monotremas, ni marsupiales ni placentarios. Es lo que
llaman la rama de los mammaliaformes y al parecer no dejan ningún representante
moderno. Es curioso un fósil de la familia de los docontaseos encontrado ya en
el jurásico y que se parece mucho a un castor, por lo completo que está el fósil
permite inferir muchos de los cambios que se produjeron hasta entonces pero
también es el primer fósil en que es encuentra evidencia de pelo, dado que el
material arcilloso donde fue fosilizado permite ver las marcas que dejó el pelo
en la arcilla.
Es a finales del jurásico que aparecen los monotremas,
distribuidos principalmente en el sur del planeta. En Norteamérica aparecen los
primeros marsupiales que también se desarrollan mejor en la parte sur del
planeta. Estos eran muy parecidas a las zarigüeyas, y en el cretásico aparecen los
placentarios, muy semejantes a las musarañas actuales.
Durante unos treinta
millones de años convivieron con los grandes dinosaurios hasta que ocurre la
gran extinción de hace sesenta y cinco millones de años; en ese momento los
mamíferos empiezan a tomar los nichos dejados por los dinosaurios. Esto
resumiría en parte lo que se sabe sobre la evolución de los mamíferos.