La pregunta tenía una respuesta categórica hace unos treinta
o cuarenta años: no. La razón es muy simple: las células nerviosas no se
regeneran y por tanto no se pueden remplazar. Repito que esto era muy categórico
y que usaba la información que se disponía por entonces. Ya entonces se
empezaron a realizar los primeros estudios que pretendían hacer crecer los
primeros nervios fuera del organismo y entonces se podía vislumbrar que de
alguna manera se lograse regenerar las funciones perdidas por un daño en el
cerebro o en general a nervios.
La primera de las líneas de estudio se dedicó a
establecer el por qué las neuronas no se regeneraban y esas líneas de
pensamientos llevaron a la creencia que existía una sustancia en particular que
causara ese fenómeno, si era así se podría buscar como eliminarla o inhibir su
acción para que los nervios se regeneraran por sí mismos. Sin embargo la
frustración acompañó a este método ya que se encontró que no solo había una
sustancia, eran muchas sustancias que inhibían la regeneración de este tejido y
existía la probabilidad que fueran más aún de las que se habían descubierto,
aparte de que otros factores intervinieran, dentro de ellos los genéticos.
La línea de investigación más prometedora hasta ahora es la que tiene que ver con
las células troncales o células madre. Los éxitos obtenidos a partir de la
clonación de seres vivos llevó al descubierto y estudio de las células que
pueden “tomar la forma” de cualquier tejido por decirlo así. También se han
descubierto células troncales en los músculos (que tampoco se regeneran), en la
médula espinal, en los nervios y el cerebro, lo que nos indica que estando
presentes, la regeneración es posible pero de alguna forma está inhibida.
También existe el hecho de que ciertas lesiones en la médula espinal cicatrizan
gracias a ciertas células llamadas “astrocitos” o células gliales. El nombre
astrocito se debe a que parecen estrellas cuando se observan en un microscopio y
su función principal es la de fungir como soportes para las demás células
nerviosas. Muchos estudios se han centrado en estas células para determinar que
factores Entre los estudios de los astrocitos y las células madre hay que
destacar que la reproducción y regeneración es “detonada” por algún factor.
Muchos creen que un “impacto” físico el que genera esa reacción pero un estudio
muy prometedor encontró que un tipo de luz, la misma usada en ciertos
experimentos para hacer que los óvulos de varias especies de anfibios, reptiles
y algunos pocos mamíferos se empiecen a dividir sin fecundarse. Fue muy curioso
que en experimentos con ratas se recuperasen hasta las terminales nerviosas que
se suponía no se podían regenerar de la misma manera que en las originales.
Precisamente es en ratas donde los fracasos más importantes se han dado y esta
técnica ha permitido que se regeneren células de la médula espinal de perros,
permitiendo que se pueda recuperar las funciones del movimiento de la patas
traseras. Para ello usaron células gliales de la nariz de los perros que se
cultivaron para luego ser implantadas. La regeneración no fue completa porque
los perros necesitaban de la ayuda de un arnés para poder caminar, ahora bien,
se lo comparamos con el grupo de control, el que recibe un tratamiento
paliativo, ninguno recuperó función alguna.Los investigadores se muestran muy
cautelosos porque el grupo de perros fue controlado en laboratorio muy
cuidadosamente y todavía no se ha hecho un estudio en casos donde las lesiones
fueran más graves o complejas.
La respuesta a nuestra pregunta, sobre si podemos recuperar
las funciones en nuestro cerebro que se hayan dañado por una enfermedad, hoy día sigue
siendo un “no” pero hay esperanzas de que sea un “sí” muy pronto.