El asfalto es una sustancia negra y pegajosa, derivada del
petróleo, que se utiliza frecuentemente en el rubro de la pavimentación de
calles y carreteras, así como también para la impermeabilización de estructuras
como bodegas y techos, además se lo utiliza en la fabricación de baldosas, tejas
y pisos.
Según la temperatura, el asfalto se puede encontrar en estado
sólido o semi sólido. Si se lo calienta a la temperatura en que hierve el agua
(100ºC), el asfalto toma una consistencia pastosa con la que es muy fácil de
trabajar gracias a la facilidad de su extensión.
El asfalto se puede encontrar naturalmente en depósitos como
pozos o lagos que se producen a partir de los residuos del petróleo que emergen
a la superficie a través de grietas en la tierra. Grandes depósitos de asfalto
se pueden encontrar, por ejemplo, en el Mar Muerto o en los pozos de La Brea en
Los Ángeles.
Si bien es posible encontrar asfalto en forma natural, casi
la mayoría del que usamos es sintético, que se fabrica a partir de los
hidrocarburos no volátiles que permanecen luego del proceso de refinamiento del
petróleo con el que se produce gasolina y otro tipo de productos. Antiguamente,
el asfalto natural era utilizado en Babilonia como material de construcción, no
obstante, existen vestigios muy antiguos que indican, que a lo largo de toda la
historia, el asfalto ha sido utilizado como material para calafatear
embarcaciones.
El uso más común del asfalto es el revestimiento de
pavimentos. El asfalto se esparce de manera uniforme sobre la carretera y luego
se alisa, dando a las calles una resistencia muchísimo mayor. En su uso como
material para techos, lo más común es la utilización del denominado asfalto
soplado, que se produce a partir de los residuos que quedan del petróleo luego
de ser sometido a temperaturas de entre 204 y 316ºC.