La definición más más simple nunca me ha gustado: el que
consume, come, gasta o utiliza algo. La definición biológica de un consumidor
nos da una idea más clara: el ser vivo que se nutre de lo que otros producen.
Sin embargo la etimología de la palabra nos dice que significa “tomar” o
“hacerse dueño” y en ese sentido es que podemos entender más el término.
Para
que exista un consumidor debe existir la necesidad de adquirir algo y alguien
que lo produzca. También puede existir una serie de intermediarios que faciliten
el que un consumidor obtenga lo que quiere. Muchos hablan de de un “prosumidor”
(sobre todo en economía) cuando una misma persona consume sus propios productos
y lo aplican a la empresas pequeñas (nunca entendí el porque llamarlas pequeñas
empresas) o a las de autogestión; el término es lo único novedoso que tiene, aún
más si recordamos la agricultura medieval que era básicamente de autoconsumo y
que siempre la producción se ha considerado como parte de un proceso de
intercambio; si se carece de este principio no tiene sentido hablar de un
“prosumidor” en economía pues no hay intercambio.
La teoría sobre el consumidor
dice que tiene que existir una necesidad para que una persona sea considerada
como un consumidor, en la medida que satisface aquella necesidad mediante un
producto o servicio. Ahora bien podríamos hablar de varios tipos de necesidades
de una persona, tales como las necesidades básicas donde la producción es
esencial ya que las personas siempre van a necesitar alimentos, a manera de
ejemplo.
Lo interesante son las diversas perspectivas con las que un economista
puede enfrentar el tema: una asume que las tendencias de consumo se pueden
modelar para obtener un “rendimiento” estable de manera que si no se consume
cierto bien será para consumir otro. Por supuesto que esto es muy criticable
pues una persona puede gastar menos en ocio para comprar más comida pero
difícilmente va ha hacer lo contrario. Otra perspectiva, más moderna y compleja,
toma en cuenta muchos factores, por ejemplo la parte racional del consumidor al
realizar una compra, o el conjunto de decisiones previamente hechas y que
conllevan a la decisión actual.
Entonces oímos términos tales como “los hábitos
de consumo” que de manera global se pueden predecir y el detalle interesante es
que un comportamiento particular eventualmente puede convertirse en global, como
ocurrió en la actual crisis económica cuando el comportamiento de un grupo
particular, el sector inmobiliario norteamericano tuvo un cambio radical en los
hábitos del consumidor y terminó afectando la economía mundial. Los nuevos modelos
buscarán mejorar mejorar la predicción de este comportamiento en el futuro y
esperemos que sea para bien.