La palabra se deriva de “renta” que es todo ingreso que una
persona o empresa tiene en base a un ingreso regular, el préstamo o inversión de
su capital, por el trabajo realizado (por la misma persona o el de su empresa) e
incluye el valor derivado de las posesiones que tiene. Sin embargo la renta no
toma en cuenta algunos factores como los gastos, el riesgo inherente y la depreciación que ocurre en
algunos mercados (como la que ocurrió en Estados Unidos en el mercado
inmobiliario). La rentabilidad es en ese sentido una ayuda más real para conocer
cuál es el rendimiento real de una empresa, que es donde más suele aplicarse el
término.
De esta manera la rentabilidad económica puede definirse como a la
relación que tienen los ingresos y pérdidas de una empresa. Se suele calcular
dividiendo la ganancia o rendimiento neto entre la cantidad de dinero necesaria
para generarla, el caso clásico es el del usurero que recibe 150 dólares cuando
ha prestado 100, su ganancia neta es de 50 dólares que dividido entre los 100
que eran inicialmente da una rentabilidad de 0,5 (50 por ciento) que es muy
buena (según las circunstancias).
También se puede hablar de la rentabilidad de
un inversión a futuro cuando se hace un estudio financiero de factibilidad de un
negocio, empresa o un proyecto. De manera muy simple lo que se busca en este
caso es sopesar la contribución que deben hacer los inversionistas contra las
pérdidas y ganancias, de manera que les resulte atractivo el proyecto con una
alta rentabilidad pues para ellos lo más importante no solo es recuperar la
inversión si no que sea pronto.
En este último sentido, para poder conocer con mayor
exactitud (dentro de lo riesgoso que es un emprendimiento, claro está) la
rentabilidad de un negocio o proyecto, es necesario hacer lo que se conoce como
"flujos de caja", donde proyectamos mes a mes a un cierto horizonte los gastos,
depreciaciones e ingresos asociados. El asunto no es tan fácil como tener
números "azules" (se habla de esto cuando la rentabilidad es positiva, y de
números rojos cuando esta es negativa), sino que hay ciertas consideraciones
esenciales: para que un proyecto resulte atractivo, deberá rentar más que el
tener esa misma cantidad de dinero invertido en algún instrumento financiero,
por motivos obvios (si voy a ganar lo mismo, o más sin realizar el proyecto,
¿qué sentido tiene este?). Asimismo se debe compensar por la inflación (si rento
un 15% pero la inflación es de un 5% en ese período, rento realmente un 10%) o
lo mínimo que el inversionista esperaría rentar para involucrarse en el negocio
(este valor puede ser lo que da un depósito a plazo sin riesgos). Esto lleva a
emplear ciertos parámetros o cálculos estándar en el mundo de las inversiones,
como el VAN (valor actual neto) y TIR (tasa interna de retorno), conceptos que
van más allá del alcance del presente artículo, pero este párrafo ya da una muy
buena idea de su función.
Hay otro tipo de rentabilidad que no es la que
buscan todas las empresas pero que debería ser la primordial, me refiero a la
rentabilidad social que es el objetivo número uno de las empresas públicas como
las de los seguros y la salud. Un caso muy particular es el del trasporte
público, donde la rentabilidad social está por encima de la económica. Es bueno
que los empresarios del área tengan sus beneficios pero es muy obvio que las
personas que son transportadas o cuyas mercaderías lo son sean los que reciben
el mayor beneficio.
Como anécdota les puedo contar que mi madre quedó huérfana de mi abuela muy niña y se crió con
unos primos que con el tiempo llegaron a tener una de las industrias de la carne
más importantes de mi país, ella cuenta que en más de una ocasión personas
“entendidas en eso de la economía” les sugerían a nuestros parientes que el
dinero se podía invertir en otros negocios más rentables, a lo que solían
responder que entonces no se generarían muchos empleos y que ellos preferían
ayudar de esa manera a las personas, mamá siempre pensó que por ello Dios los
bendecía con el dinero, pues así ayudaban a otros. Además de que le doy la razón
a mi mamá sé que ellos no eran unos “santos” pero es indudable que tenían
conciencia del beneficio social que hacían pues ellos empezaron en condiciones
que hoy llamaríamos míseras; esa satisfacción vendría a ser otro tipo de
rentabilidad.