La palabra batiscafo viene de las palabras griegas “bathú”
que quiere decir “profundo” y “skáfos” que se traduce como “barco”, aunque
también he visto la escritura “batíscafo” que por el origen de la palabra
también sería correcta pero para la Real Academia Española es la primera forma
es la que debería usarse. En cuanto a la batisfera viene también de “ bathú” y
del latín “sphaera” que significa esfera o bola, por cierto, no está en el
diccionario mencionado, supongo porque se puede usar el
término “esfera de profundidad”.
En el primer caso estamos hablando de un “barco
de profundidades”, un submarino diseñado para bajar a grandes profundidades en
el mar, lo que hoy llaman un “DSV” acrónimo de “Deep Submergence Vehicle” o
vehículo de inmersión profunda. La batisfera es también un DSV y se usó mucho
antes que el batiscafo, de hecho el batiscafo sustituyó a la batisfera en las
investigadores de grandes profundidades. La primera batisfera fue construida en
1930 por los naturalistas Frederick Otis Barton, Jr y Charles William Beebe, que
en 1934 establecen un récord que hoy día se mantiene en inmersiones profundas
con estos aparatos. La desventaja de una batisfera radica precisamente en su
construcción: es una estructura esférica de acero reforzado (generalmente) con
una o dos mirillas de vidrio reforzado también para ver el exterior y que
depende de cables para ser bajada y recibir un suministro de aire y energía
desde un barco, por ello las profundidades alcanzadas no llegaron a nunca a un
kilómetro.
Si uno observa un batiscafo tiene la sensación de observar un
submarino con una batisfera en su parte interior, lo de la batisfera es correcto
pero en cuanto al cuerpo del “submarino” se trata en realidad de varios tanques
de “gasolina”, sí gasolina, que son los que permiten al aparto sumergirse. El
principio es simple: la gasolina se “contrae” con relativa facilidad si se le
aplica presión, entonces unos orificios pequeños permiten entrar agua en la
parte inferior de los tanques (recuerden que la gasolina flota sobre el agua
pues es mucho más liviana y no son miscibles). En la medida que el aparato se
sumerge la presión aumenta, la gasolina se contrae y entra más agua, esto hace
que le vehículo sea más pesado y aumente la velocidad de inmersión.
El diseño
del aparato es tal que la velocidad no aumenta demasiado, de manera que se valla
a dañar al llegar al fondo, pero básicamente funciona con el principio de un
globo aerostático. Una vez que se ha realizado la exploración se suelta un “peso
muerto” que puede ser arena o un trozo de metal pesado y el aparto empieza a
emerger, pues en la medida que sube la presión disminuye, la gasolina se expande
y el agua sale del aparato con lo que se vuelve más liviano. El primero de ellos
en fabricarse lo realizó August Piccard, que aparte de ser inventor y
explorador, fue el primero de una serie de exploradores muy famosos, todos
descendientes de él. Su hijo Jacques Piccard y su tripulación bajaron en el
batiscafo “Trieste” hasta más de diez mil metros en las cercanías de la isla
Guan, en el archipiélago de Las Marianas, lo que hoy conocemos como la “Fosa de
Las Marianas” o “Abismo de las Marianas”. Es un record que hoy día se mantiene,
de hecho nadie más ha bajado tan profundo como entonces.
Los batiscafos y las
esferas de profundidad están un tanto obsoletos hoy día ya que los DSV no
tripulados han resultado muy eficientes en la exploración submarina. Sin embargo
muchos han visto en estos aparatos posibles usos recreativos ya que su
construcción es relativamente sencilla hoy día, permitiendo además la
exploración del los océanos a profundidades medias que es en realidad donde vive
la mayor parte de la fauna y flora marinas. No debemos olvidar sin embargo que
gracias a estos aparatos tuvimos la primera vista a un mundo cuya proeza sólo
puede equipararse a la de un vuelo espacial.