Un transplante de corazón es una compleja intervención
quirúrgica en la que se extirpa de un paciente su corazón gravemente dañado, y
se le reemplaza con el corazón sano de un donante que ha fallecido en las
últimas horas.
Se trata de una cirugía muy compleja que no se realiza cada
vez que un paciente presenta problemas cardíacos, sino que se aplica sólo en
casos que las enfermedades presentes arriesguen en gran medida la vida del
paciente, de tal modo, que ésta sea la única opción de supervivencia. Por lo
general, y como ya se ha dicho, los pacientes a transplantar padecen de graves
patologías cardíacas, sin embargo, la condición general del resto de su
organismo debe ser bastante sana para realizar un transplante exitoso.
Por lo general, un transplante de corazón se realiza en casos
de cardiomiopatía y de enfermedad arterial coronaria severa que ya no responde a
ninguna clase de tratamiento. También se realiza este tipo de transplante cuando
un paciente tiene un grave defecto congénito en su corazón o cuando los defectos
vasculares llevan a paro cardíaco congestivo constante. Este procedimiento
quirúrgico se realiza con anestesia general, por lo que el paciente se
encontrará inconsciente durante todo el proceso.
La operación comienza cuando el cirujano realiza un profundo
corte a través de la piel y el esternón, logrando abrir el pecho para conectar
un aparato corazón-pulmón. Tal como su nombre lo indica, este aparato, durante
todo el procedimiento realizará las funciones tanto de corazón como de pulmón.
Una vez inserto el corazón del donante es necesario mantener
abiertas las cámaras superiores, para luego conectar los vasos sanguíneos y
permitir que la sangre comience a fluir y aumentar la temperatura del corazón.
De este modo, es posible que el corazón sano del donante comience a latir en su
nuevo cuerpo, no obstante, de no suceder esto, los médicos deberán administrar
un pequeño golpe eléctrico que estimula su funcionamiento. Por fines de
seguridad el paciente deberá vivir sus primeros momentos con ciertos cables de
seguridad conectados al corazón, en caso de que este falle. Cuando su
funcionamiento es adecuado, el corazón puede ser desconectado del aparato
corazón-pulmón y se instalan catéteres en la cavidad pectoral a fin de drenar la
sangre que se pudiera acumular innecesariamente. El transplante finaliza
cerrando el pecho con cables de acero inoxidable, y suturando la piel con puntos
reabsorbibles.