Para comenzar aclarando términos, la inyección viene del latín “iniectus” que se
traduce como “introducir” o “meter” algo pero también significa “arrojar algo
encima o por encima”. En términos generales una inyección es la introducción de
una sustancia dentro de algo que está cerrado y hoy día lo aplicamos mucho en la
mecánica cuando hablamos de “motores inyectados” en lugar de los “motores
carburados”. También podemos hablar de arrojar algo sobre una superficie como
ocurre con las “impresoras de inyección de tinta” que arrojan pequeñas gotas de
tinta sobre el papel para así dar forma a las letras e imágenes.
En medicina
generalmente hablamos de una inyección cuando se usa una aguja “hipodérmica”
(por debajo de la piel) para introducir un líquido en el cuerpo humano con la
ayuda una jeringa y me permito aclarar que tanto jeringa como aguja hipodérmica
son cosas separadas pero por lo asociadas que están muchas personal piensan que
se trata de lo mismo. A manera de ejemplo: un suero intravenoso es un tipo de
inyección que no usa jeringa, usa la gravedad sobre un pequeño depósito que
contiene el líquido pero sí necesita una aguja hipodérmica lo que nos permite
ver claramente la diferencia.
Ahora bien, durante el desarrollo de los sistemas
de inyección de combustible, volvemos a la mecánica, empezaron a ocurrir ciertos
accidentes misteriosos en un principio. Algunos trabajadores experimentaban
síntomas de envenenamiento por hidrocarburos sin que tuvieran señas aparentes de
ser expuestos a algún tipo de ingestión de los combustibles. La observación dio
una respuesta que sorprendió a muchos: las pequeñísimas gotas de combustible que
los inyectores arrojaban podían traspasar la piel humana sin dejar apenas una
señal.
Esto desató la imaginación de las personas y pronto se desarrollaron
varios tipos de “jeringas” a chorro que se usaron para vacunar a grandes
cantidades de personas. En el cine y la televisión aparecieron este tipo de
jeringas usadas por personajes de ciencia ficción como el doctor McCoy de la
serie Star Trek (Viaje a las Estrellas, en español) y en las de espionaje como
las de Matt Helm, aunque tengo un poco de dudas sobre si fue en una de las
cuatro películas protagonizadas por el inolvidable Dean Martin o si fue en la
famosa serie cómica Get Smart (en español: Superagente 86) donde uno de los
personajes usaba una de esas jeringas para inyectar venenos “indetectables”.
Fuese en serio, en ciencia ficción o en comedia el instrumento resultó muy útil.
Los primeros diseños resultaron muy primitivos y no evitaban el sangrado ni el
dolor, ni posibles infecciones entre pacientes, muchas desventajas para decir
verdad y pocas ventajas en comparación con las jeringas antiguas. Básicamente la
única ventaja era que disminuían los costos en las campañas de vacunación que se
realizaban para erradicar enfermedades como la polio. También tenían la
desventaja de ser sistemas eminentemente mecánicos que arrojaban el líquido a la
misma profundidad dentro de la piel, lo que los convertían en una especie de
“todo o nada”, es decir, dependiendo del grosor de la piel, se alcanzaba o no la
dosificación.
Ante todo esto el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por
sus siglas en inglés) está desarrollando un sistema que permite calibrar la
presión tomando como variables principales el peso y estatura de la persona,
usando un poderoso motor electromagnético aprovechando las fuerzas de Lorentz.
En sí lo que hace es que el líquido salga expelido a una gran presión, gracias a
un pistón que se mueve porque es sometido a un gran campo electromagnético que
lo acelera hasta alcanzar una velocidad cercana a los trescientos metros por
segundo, básicamente la velocidad del sonido.
En estas condiciones el líquido
entra en el cuerpo y dependiendo de la calibración de la velocidad varía para
penetrar con mayor o menor profundidad en la piel. La dosis sale por un tubo mas
pequeño que el que usan los mosquitos para “chupar” sangre y a esa presión tan
grande hace que el “choro” no lo pueda detectar el cuerpo, es decir no produce
ninguna sensación dolorosa. Queda por determinar ciertos detalles, como si es
posible que exista algún tipo de contaminación viral entre pacientes ya que con
los sistemas anteriores se ha encontrado que muchos de los aparatos están
contaminados en proporciones muy pero muy pequeñas, sin embargo a escala de
virus resultan lo suficientemente importante como para transmitir la hepatitis o
el mismo VHI; esto ha motivado que entidades como la Organización Mundial de la
Salud y el ejército de Estados Unidos de Norteamérica decidieran buscar
alternativas desechables o, en el caso del último, abandonar del todo el uso de
esos sistemas.
De resolverse el problema de la contaminación viral, este método
de inyección a chorro
se convertirá en una de las herramientas más usadas por la medicina,
sustituyendo a las tan indeseables agujas que nos producen tanto temor, porque
para ser sincero, ¿quién no ve de manera desproporcionada una pequeña aguja
cuando uno va a ser el alfiletero?