La guerra del Golfo Pérsico, o también llamada “Operación
tormenta del desierto” (aunque a veces se emplea el último término para
referirse a las operaciones militares terrestres norteamericanas en el
conflicto), fue una importante batalla militar disputada entre Iraq y una
coalición militar de varios países, que surge a partir de un conflicto entre
Iraq y Kuwait. La guerra se inició el día 2 de agosto de 1990 y finalizó el 27
de febrero de 1991.
La motivación de este ataque encuentra su origen en una
millonaria deuda que el gobierno de Kuwait mantenía con el de Iraq. Se trataba
de una enorme suma de dinero, de aproximadamente 65 billones de dólares, que el
gobierno iraquí había prestado a Kuwait a fin de poder mantener su conflicto
bélico con el país de Irán. El otro motivo se encuentra en que la enorme riqueza
del pueblo kuwaití podría transformarse en una importante fuente de alivio para
los problemas económicos de Sadam Hussein. Por otra parte, un motivo muy
importante de la invasión iraquí guarda relación con los tremendos volúmenes de
producción de petróleo en Kuwait y la extracción del oro negro, por parte de
este mismo país, en una zona de constante disputa territorial, Rumaila.
La Guerra se inicia en el momento en que la guardia
republicana de Iraq invade Kuwait, con tres divisiones, a eso de las 2 de la
madrugada del 2 de agosto de 1990. Iraq entra a tierras kuwaitíes con más de
100.000 hombres armados, y en un ataque que duró alrededor de 3 horas, y en el
que no encontraron una resistencia mayor, lograron la huída del emir y su
gobierno, quienes debieron encontrar refugio en Arabia Saudí.
El repudio internacional no se hizo esperar, y comenzaron las
gestiones diplomáticas en el mundo para revertir la situación, lideradas por los
Estados Unidos..
Tiempo después, el día 16 de enero de 1991, una coalición de
fuerzas militares internacionales, que incluía fuerzas de varios estados árabes,
así como también de Gran Bretaña, Francia, Italia, Estados Unidos, Arabia
Saudita y Kuwait, comenzaron con los ataques, primero por aire y luego por
tierra, para intentar retirar las tropas iraquíes de Kuwait, todo al mando del
general norteamericano Norman Schwarzkopf. Ante estos ataques Irak respondió con
una fuerte ofensiva que contaba con armamento de última generación.
Entre el 24 y 27 de febrero de 1991, tras fuertes ataques
ofensivos a Iraq, fue recuperada la capital de Kuwait, obligando a Iraq a
emprender la retirada. El día 27 de febrero fue anunciado el término de la
guerra entre los países aliados e Iraq, anuncio hecho por el presidente
estadounidense George H. Bush.
Luego de la guerra, las fuerzas aliadas, comandadas por
Estados Unidos, e Iraq, sufrieron una gran estancamiento. Sadam Hussein fue
expulsado de Kuwait dejando atrás un país destruido y con numerosos pozos
petrolíferos ardiendo en incendios que tardaron meses en extinguirse. Además se
firmó un tratado de paz que obligaba a Iraq a destruir toda arma de destrucción
masiva con la que contaran, ya fuera química o biológica. Las Naciones Unidas
decidieron enviar inspectores periódicamente para revisar si tal destrucción se
había cumplido o no. Por último, debido a un embargo, Iraq quedaba impedido de
realizar transacciones de compra o venta de petróleo o armas con los mercados
internacionales hasta que las Naciones Unidas decidieran que se habían llevado a
cabo todos los requerimientos del tratado de paz.