Las partituras son representaciones de obras musicales a través de
notas en un pentagrama. El pentagrama, la base para la notación musical, consta
de cinco líneas con sus cuatro espacios intermedios, en donde se posicionan las notas
que representan tonos en particular.
En la música occidental, para las partituras, utilizamos
siete tonos que son los conocidos do, re, mi, fa, sol, la y si. La diferente combinación de
estos tonos hace posible la creación y representación de cualquier melodía. Eso si que
existen diversas formas de representar estos tonos o notas, de tal forma de indicar que
deben sonar al mismo tiempo (acordes) o en patrones rítmicos determinados. Para esto se utiliza en
las partituras a las figuras o signos que indican la duración de una nota. Esta la redonda,
que dura 4 tiempos, la blanca, que dura 2, la negra, que dura 1 tiempo, la corchea, que dura
medio tiempo, la semicorchea, que dura un cuarto de tiempo, la fusa, que dura un octavo y la
semi fusa que dura, siguiendo la progresión, la mitad de lo que dura una fusa. El famoso compás
corresponde a las notas que se encuentran entre dos barras verticales, y la duración, o cantidad
de tiempos base que contiene viene determinado por la anotación al comienzo de la partitura, como
por ejemplo 4/4 o 4 negras por compás (1/4 por definición corresponde a una negra, 1/2 a una blanca,
y 1/8 a la corchea. El compás característico del vals, por ejemplo, es de 3/4, lo que le da su ritmo
marcado cada tres notas.
La unidad de tiempo que mencionamos como base para la duración de las notas es relativa,
y en la actualidad el creador de la obra la especifica
usando como referencia a un metrónomo. Antiguamente en las partituras se usaban referencias subjetivas como andante
(sugiriendo el paso de una persona), allegro (ritmo alegre, en general un poco más rápido), presto (rápido),
adagio (movimiento lento), y así sucesivamente. Esto se daba a una interpretación más abierta,
lo que no preocupaba mucho a los músicos de antaño, dados a la improvisación sobre la base escrita en papel.
En cuanto a la historia de las partituras, en la antigüedad se almacenaban en grandes manuscritos, y
pasó mucho tiempos antes de que la tecnología asistiera en su elaboración.
El primer libro impreso en incluir partituras, en 1457, tuvo que incluir notas en el anotadas a mano. La primera
partitura con notas impresas por una máquina aparece prácticamente 20 años después de la imprenta de Gutenberg. El efecto
de la música impresa a una mayor escala tuvo un efecto curioso; al haber más música disponible aumento el número de intérpretes
no profesionales, permitiendo a los maestros disponer de más alumnos para hacer clases privadas.
Con el tiempo, al comienzo del siglo 20, con la aparición y masificación del fonógrafo las partituras pasaron a segundo plano,
siendo su importancia reemplazada por la industria discográfica.
Las partituras hoy en día siguen siendo utilizadas por los músicos, y los avances más
importantes en el campo tienen relación con el uso de software para transcribir partituras impresas en papel
al ordenador, permitiendo así una fácil manipulación. Además existen dispositivos que permiten la lectura musical de
manera digital, eliminando la necesidad de los cambios de página, tan molesta a veces para los músicos
cuando se encuentran concentrados interpretando.