La palabra circuitería no existe en el diccionario, debe ser
alguna mala traducción del inglés muy probablemente del término “circuitry”.
Traducir el término correctamente nos lleva al vocablo “circuitos”. Hecha la
aclaración es bueno definir lo que es un circuito eléctrico y un circuito
lógico, aunque este último de una manera muy simple. Decimos que un circuito es
una “ruta cerrada” para la corriente eléctrica, como ejemplo diremos que si
conectamos unos cables a una batería de bolsillo y que luego a una “bombilla”
pequeña tendremos que la corriente sale del borne positivo de la batería pasa
por el primer cable, la bombilla, el otro cable y llega finalmente al borne
negativo, entonces ese es un circuito cerrado, cuando está abierto no pasa la
corriente y no es propiamente un circuito pero eso es hilar muy fino. Son
necesarias ciertas aclaraciones básicas antes de entrar a fondo en lo que es un
circuito molecular.
Cuando la
corriente tiene varias rutas para regresar a la batería o cualquier fuente de
poder entonces decimos que es un circuito complejo. El circuito lógico más
simple es que se hace con un semiconductor, el semiconductor permite el paso de
la corriente en una dirección y en otra no, es decir hay corriente o no la hay,
en términos sencillos un “sí” o un “no”, que en código binario se traducen como
un “1” o un “0”. Así es como el lenguaje de las computadoras nace, por la
combinación de pequeños circuitos que luego hacen otros más complejos, usando
indicaciones que se basan en el paso de la corriente eléctrica a través de ellos
y que al fin y al cabo se traducen en símbolos y órdenes.
Los circuitos
moleculares en teoría hacen lo mismo pero a nivel de moléculas diseñadas con nanotecnología, hoy día es posible construir tales circuitos pero existen
algunas barreras que impiden la construcción de ordenadores con este tipo de
circuitos: el primero es que se trata de un trabajo del tipo artesanal, es decir
que una persona debe hacerlo prácticamente con sus manos y la otra, tal vez la
más importante, es que las moléculas por sí mismas pueden ser inestables frente
a cambios de temperatura y otros fenómenos, incluyendo la radiación. Aunque la
automatización del proceso no está lejana, el darle estabilidad a estos
circuitos si lo está o por lo menos si no tomamos en cuenta un desarrollo
bastante reciente: un grupo de científicos logró que bacterias produjesen
circuitos moleculares mediante la manipulación de su código genético, lo que les
permitiría comunicarse y hacer cálculos dando el precedente de una computadora
orgánica.
La gran ventaja de este hecho es que el sistema se automatiza por sí
mismo ya que las bacterias al reproducirse crearían más bacterias con tales
circuitos y además los seres vivos se caracterizan porque mantienen estables su
moléculas por mucho tiempo y en el caso de que un molécula se dañe es
reemplazada por otra gracias a que está codificada en el ADN de la bacteria.
Este sería el puente entre una computadora construida con nanotecnología y una
biocomputadora o computadora orgánica.
Algo similar a lo que son los circuitos moleculares propuso Dean Koontz es su
libro “Generación Proteo”, que fue llevado al cine por el director Donald
Cammell. Proteo es un ambicioso proyecto: una computadora que codifica la
información en ADN y que cobra conciencia, reconociendo además que es una
inteligencia superior a la del ser humano y decide no develar conocimientos que
perjudicarían a la humanidad. Consciente además de que la destruirán por no
hacer lo que le piden decide convertirse en humana. Cuando leí el artículo sobre
los circuitos moleculares en bacterias mi primer recuerdo fue el de tal libro y
película. Nuevamente la ficción se está haciendo realidad.