Para explicar correctamente el tema de los Rayos X
coherentes, debemos comenzar con una pequeña introducción de carácter general. Diremos primero que los
rayos X son un tipo de luz o, como a algunos les gusta llamar, un tipo radiación
electromagnética. La longitud de onda de esta luz va entre los 10 y los 0,1
nanómetros. Si recordamos que la luz es onda y partícula a la vez bien podemos
decir que este tipo de luz se comporta más como partícula que como honda pues su
longitud de onda es tan pequeña que el fotón que la compone es más grande, con
longitudes de onda muy grandes el tamaño del fotón es despreciable y por tanto
se comportan más como onda que como partícula.
Toda fuente luminosa, incluyendo
las de los rayos X, funciona más o menos como lo hace una bombilla de luz: desde
un punto determinado los rayos salen en todas las direcciones, como los de las
ruedas de una bicicleta, a esto se le llama divergencia. El fenómeno opuesto, la
convergencia la vemos en las lentes de aumento, cuando dirigimos la luz del Sol
sobre una hoja de papel y esta empieza a quemarse. Estos fenómenos nos indican
algo: entre más lejos estemos de la fuente luminosa (o del punto de
convergencia) menos luz nos llegará y entre más cerca estemos más más nos llega.
Es por eso que al acercar la mano a una bombilla sentimos el calor y las sombras
se ven más grandes pues bloqueamos muchos rayos de luz. Cuando los rayos de luz
viajan en forma paralela decimos que la luz es coherente. Las bases para para
construir un dispositivo que emitiera luz coherente fueron tomadas por Albert
Einstein de la teoría de Max Planck y es lo que conocemos como un láser (luz
amplificada por emisión estimulada de radiación, siglas en inglés).
Pues bien un
láser de rayos X es lo que llaman hoy día con el nombre de rayos X coherentes.
Sus aplicaciones son ilimitadas pero bastará con decir que podrían cortar una
placa metálica tan finamente que sería posible pasar el láser entre los átomos
del metal y con holgura. También se podría tomar radiografías con menos
radiación y hasta aplicar tratamientos con mayor seguridad que los que hoy se
aplican. Pero para producir estos rayos X coherentes se necesitaba de una fuente
luminosa estable y de gran poder. La única fuente que reunía tales
características era una bomba nuclear hasta hace poco tiempo en que los
científicos han logrado creas los primeros “superfotones” con los cuales se
puede obtener en teoría un láser de rayos X.