Antonio Vivaldi fue un famoso compositor y violinista
italiano. Era conocido como “il Prete Rosso” (el cura pelirrojo) ya que también
era sacerdote y usaba una peluca rojiza como se puede apreciar en sus retratos. Su música quedó por mucho tiempo en el olvido, pero resurgió en
el siglo XX para ser una de las más escuchadas y reconocidas de la historia,
especialmente con sus Cuatro Estaciones. En la actualidad, se reconoce a Vivaldi
como un importante contribuyente a la evolución de la música clásica, con la
introducción de un tipo de concierto para solista y la realización de la
sinfonía moderna.
Antonio Vivaldi nació el 4 de marzo de 1678, en Venecia,
Italia. Sus padres fueron Giovanni Battista Vivaldi y Camila Calicchio, quienes
tuvieron otros cinco hijos. Giovanni era barbero, pero logró convertirse en un
violinista profesional y le inculcó a Antonio, los primeros rudimentos del
violín y la composición. Incluso realizó un tour por Venecia acompañado de su
hijo. Pertenecía además, a una sociedad de músicos y compositores, cuyo
presidente era Giovanni Legrenzi, un notable compositor barroco de la basílica
de San Marcos. Habría sido él quien dio las primeras lecciones de composición a
Antonio. Su influencia se reflejó en la obra que éste último escribió a los 13
años, en 1691, llamada, “Laetatus sum”.
Aunque Vivaldi tenía problemas de salud (probablemente asma),
no dejó de participar en actividades musicales, como tocar el violín, componer y
otras; sin embargo, no pudo practicar instrumentos de viento debido a sus
problemas respiratorios. En 1693, comenzó a realizar un seminario para
convertirse en cura. Fue ungido sacerdote en 1703. Por razones de salud (por lo
menos los motivos que esgrimió), logró
evitar dictar las misas, para dedicarse a su verdadera vocación, la música;
aunque no dejó de ser un sacerdote. El mismo año, se convirtió en maestro de
violín en el Hospital de la Piedad de Venecia; según algunos relatos de la
época, Vivaldi era una verdadero virtuoso del violín, desplazándose con una
impresionante velocidad para esos tiempos por el instrumento, hasta sus más
altos registros. Logró que los huérfanos a su
cargo alcanzaran reconocimiento incluso en el extranjero. Tenía a su cargo a
solistas, coros y orquestas, para quienes escribió la mayoría de sus conciertos,
cantatas y música sacra.
Vivaldi realizó un increíble trabajo, dividiendo su tiempo en
ser maestro de violín, de viola, director de coro y también de orquesta. En
1709, el Hospital decidió despedirlo, pero pronto, en 1711, lo volvieron a
llamar al darse cuenta de su gran labor. Ahí fue donde Vivaldi logró tener todo
tipo de experiencias en el campo de la escritura y en el de la experimentación
instrumental. Desde 1713, también comenzó a experimentar en la ópera, cuando se
hizo cargo del teatro San Angelo de Venecia, para el que compuso casi 50 óperas.
Vivaldi alcanzó un gran reconocimiento y mucha popularidad.
Entre 1717 y 1718, Vivaldi fue invitado a ser maestro de
capilla de la corte del príncipe Felipe de Mantua. Permaneció ahí por tres años,
en los que produjo nuevas óperas. Los siguientes años viajó por Italia
presentando sus obras. Regresó a Venecia en 1725. En este período escribió las
Cuatro Estaciones, que consisten en cuatro conciertos de violín que
revolucionaron la música de la época y que hoy se cuentan entre las piezas más
escuchadas en la historia de la música. En su tiempo en Mantua, también conoció
a una joven cantante llamada Anna Tessieri Giro, que se convirtió en su
estudiante y protegida. Ella y su media hermana Paolina comenzaron a formar
parte de los tours de Vivaldi.
Antonio Vivaldi se dedicó, todo el resto de su vida, a viajar
por Europa para supervisar los conciertos de sus óperas. Su muerte resultó
extraña, debido a que, repentinamente, se trasladó a Viena en 1740, por razones
desconocidas. Se dice que pudo haber sido para conocer a Carlos VI, que gustaba
de su música, y para lograr una posición como compositor en la Corte Imperial.
Pero Vivaldi murió el 28 de julio de 1741,
debido a una infección interna. Se dice que murió solo, olvidado y en la
pobreza.
Vivaldi dejó un legado grandioso que incluye 223 conciertos
para violín y orquesta, 22 conciertos para dos violines, 27 para violoncelo, 39
para fagot, 13 para oboe, 17 para grupos instrumentales y muchos otros. En
total, fueron más de 450 conciertos, a los que se añaden 73 sonatas, 16 grandes
motetes para solistas, coro y orquesta, 28 motetes a una y dos voces, tres
oratorios, 47 óperas, serenatas y un centenar de danzas. Sus obras más famosas
son L’estro armonico (12 conciertos para uno o varios violines), La stravaganza
(doce conciertos para violines y cuerda), la ópera Verità in cimiento y Il
cemento dell’armonia e dell’invenzione (doce canciones para violín en donde se
incluyen las Cuatro Estaciones y Stabat Mater).